viernes, 26 de diciembre de 2008

Hospital siquiátrico es el tacho de basura humana de la sociedad

ABC Digital
Domingo, 6 de julio
LA REFORMA DE SALUD MENTAL LLEVA MUCHO DINERO

“Hospital Siquiátrico es el tacho de basura humana”

Para el ex presidente de la Sociedad Paraguaya de Siquiatría, Dr. Manuel Fresco, el Neurosiquiátrico es “el tacho de basura de estos desechos humanos”,
que son los enfermos crónicos mentales. Asegura que esa es la función que la sociedad le asigna y que, en vez de invertir más en el manicomio, se debe
eliminarlo.

Doctor Manuel Fresco

–¿Los manicomios son un “tacho de basura”?

–El Hospital Siquiátrico es un engranaje más del sistema, la culpa no es del nosocomio, porque el hospital es el tacho de basura de estos desechos humanos
que son los enfermos mentales crónicos. Esa es una función que la sociedad le asigna al centro médico. No es un problema de los siquiatras, es un problema
de los legisladores y de los administradores que tienen que poner la plata. Cuando se comenzó a trabajar sobre la externación de los pacientes crónicos
se pensó primero en Sapucái.

–¿Qué hay en Sapucái?

–El leprocomio. Y se repetía la historia de vuelta a llevar a un lugar donde estaban los leprosos, porque hay pocos leprosos internados y la comunidad
de Sapucái se rehusó a recibir a los pacientes.

O sea, es como que te digan: “Suficiente ya con los leprosos para que también tengamos a los locos en la comunidad”.

–Todos hablan de que el sistema no funciona. ¿Qué hay que hacer?

–Hay que pensar en una inversión muy grande para poder dar una respuesta a esa gran cantidad de pacientes crónicos, que evidentemente no pueden estar ahí.
Hay que evitar que el hospital siga recibiendo fondos para mejoramiento; hay que pensar a contramano de la lógica. Es decir, cuando hay un problema en
el hospital, la gente se sensibiliza y presiona para que mejore y el hospital no tiene que mejorar, se tiene que eliminar. No hay que invertir de nuevo
plata y más recursos para atender mejor, sino pensar en un esquema de atención totalmente diferente. Eso significa sacar de allí a los pacientes.

–¿Buscan decir no a la internación?

–El ingreso al Hospital Siquiátrico produce después de un tiempo una enfermedad secundaria que el paciente no tenía cuando ingresó. El paciente entra loco
al hospital y después de un tiempo, el hospital le tiene que mejorar, le tiene que compensar. Se le tiene que sacar del hospital cuanto antes. El paciente
se adapta a la vida hospitalaria y después ya no quiere salir.

–¿No hay rehabilitación en el Neurosiquiátrico?

–No hay rehabilitación porque los dispositivos tienen que estar pensados para internaciones breves. La ley de salud mental que se está impulsando tiene
que controlar las internaciones y el Poder Judicial tiene que estar involucrado. Se le interna a un paciente con otro siquiatra, y muy difícilmente va
a poder demostrar que no está loco, porque vamos a sacar cualquier cosa. Le vamos a medicar, después ya vienen los enfermeros con la jeringa, se va a defender,
se va a poner violento y el criterio de internación es una excitación sicomotriz.

–¿Cómo evitar?

–Para que eso no ocurra, la orden de internación tiene que ser dada por más de un profesional y tiene que haber un dispositivo del Poder Judicial que controle
las internaciones.

–¿Cree que los siquiatras y abogados tienen el poder?

–Los siquiatras y los abogados somos los únicos profesionales que podemos hacerle perder la libertad a las personas, internarle en contra de su voluntad
o meterlas presas. Tiene que haber un comité compuesto por gente del Poder Judicial y del área de la salud mental que verifique cada una de las internaciones
y eso cuesta plata. Creo que el nuevo gobierno va a tener 1.500 problemas, ojalá que el tema de salud mental sea una de las prioridades, así como la maternidad.

Segunda nota:

La locura

“Villete” es un famoso y temido manicomio esloveno fundado en 1991. Era un lugar de donde nadie jamás había huido, y donde se mezclaba a los verdaderos
enfermos mentales –los enviados allí por la Justicia o por otros hospitales–, con aquellos que eran acusados de locura o la fingían.

El resultado era una verdadera confusión y la prensa, a cada momento, publicaba historias de malos tratos y abusos, aun cuando jamás tuviera permiso para
entrar a ver lo que estaba sucediendo allí.

El Gobierno investigaba las denuncias, pero no conseguía pruebas suficientes, y la controvertida institución psiquiatra afianzaba mientras tanto métodos
y terapias cuestionadas. Así lo describe el escritor Paulo Coelho en su libro “Veronika decide morir”.

Desde que en estas páginas comenzamos a hablar de cosas de las que nadie parece querer oír, y una de ellas, créanme, es el hospital neuropsiquiátrico de
Asunción, abandonado a su suerte desde hace muchos años, recordé las palabras de Coelho sobre las historias que muchas veces publica la prensa aun sin
contar con el permiso para entrar a ver de lo que se trata.

Las historias de violaciones, asesinatos, malos tratos contra los pacientes de nuestro neuropsiquiátrico surgieron de boca de personas que trabajan dentro
del hospital; no se trata de fabulaciones o inventos periodísticos, sino que aparecieron, saltaron a la luz una vez movido el “tacho de basura”, como describe
el siquiatra Manuel Fresco, a quien fueron sumándose otras voces, tanto de trabajadores del hospital, como de familiares de los internos. Fue así que comenzó
está serie de notas que se vienen publicando. Todos se preguntan: ¿Por qué el neuropsiquiátrico? ¿Por qué los “locos”? ¿A quién le importan los dementes?
Cómo no importarnos si son personas, sujetas de derecho; y porque nadie está exento de experimentar en algún momento de su vida algún problema relacionado
con la salud mental, un familiar, un hijo. A nadie le gustaría que su hijo o hija sea violentado en sus derechos, que los maltraten y que encima se aprovechen
de su situación por el solo hecho de estar sufriendo algún problema mental.

Es evidente que la sociedad tiene miedo a la locura, y el mismo miedo construye el silencio que se impone sobre ella; el tabú se edifica a partir del miedo.
El hospital psiquiátrico es un infierno en que el Estado ha invertido mucho en ocultar.

¿Por qué? Es lo que pregunté durante todos estos días. Porque sus huéspedes son pobres, porque es un sueldo fácil de ganar, porque parece que da gusto
abusar de las pacientes, maltratar a los hombres, y ni hablar de los adolescentes autistas encerrados por más de cuatro años en un corralón, una celda,
y tratados como animales.

Los funcionarios del hospital psiquiátrico dicen ser víctimas, se quejan de los salarios; se dicen preocupados por la situación. Esos mismos funcionarios
y sindicalistas que supuestamente denuncian las violaciones a los derechos humanos de sus pacientes nunca llamaron a la prensa durante el periodo de Nora
Gómez. Es una claque que supo tapar sus delitos, vivir felices y sacar provecho de la situación. ¿Por qué solo cuando empezamos a publicar, empezaron a
hablar? ¿Por qué no informaron sobre el asesinato de los pacientes que fueron encontrados en la chacra del hospital? El domingo pasado otra paciente denunció
otro hecho de violación y no lo hicieron público. ¿Por qué? Es algo que ojalá se responda cuando asuma el nuevo gobierno.

Cinthia López

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